miércoles, 9 de julio de 2008

TERCER CAPÍTULO: TORREBRUNO


Tercer capítulo.
Autor: Antonio Marín.



III

Tres de la madrugada. El sonido repentino de un teléfono irrumpe en la oscuridad de la habitación. Di Pietro da un respingo en la cama y busca impaciente el interruptor de la luz de la mesita. Cuando finalmente logra encenderlo descuelga nervioso el teléfono, adivinando la voz que oirá al otro lado.

-Silencio-Diga…- Eres un hijodeputa y un gilipollas, Torrebruno.
- Don Silvio, ….. hice lo que pude……. Nadie podía imaginar que ese loco fuese allí a buscar la muerte, porque eso es lo que hizo. Solo podía buscar….
- Esta vivo, imbécil, pero es mejor así. Aún puede sernos útil.
- Pero… yo ví cómo se desangraba…
- ¿Le dijiste algo?
- Claro que no Don Silvio, solo estaba despachándolo cuando de repente comenzó a dar golpes y a pegar tiros como un loco. No dio tiempo a más. Acto seguido el Matabichos le clavó el punzón hasta el tuétano.
-¿Y la chica?
- Está a salvo, no se encontraba allí en ese momento, se acababa de levantar para ir al lavabo, y se libró. Ahora no sé donde está. Yo he estado todo el día declarando. Me han soltado hace dos horas. El Matabichos y Nico siguen detenidos. El Matabichos se ha inculpado de lo del punzón a Barroso, por eso a mí me han soltado.- Escúchame Torrebruno…
- Don Silvio, por favor, no me llame así. Los chicos están empezando a chismorrear y tengo que mantener un respeto...
- “Torrebruno, ese imbécil que jugaba a ser alguien y solo llegó a payaso callejero”.
Será un buen epitafio. Manda a la chica a Italia. Su trabajo ha terminado, y es mejor quitarla de en medio hasta que se resuelva la cosa. Dale vacaciones al resto de las chicas y cierra el garito durante dos semanas. Tú escóndete donde quieras, pero si asomas el culo por algún sitio, si alguien te ve, o si sé algo de ti en las próximas dos semanas, te daré unas largas vacaciones en el Infierno. No hables con nadie, y menos por teléfono, ni siquiera en los de recarga como estos. Solo son seguros si cambias de número cada cuarenta y ocho horas y tu no podrías hacer bien ni eso.
- Si Don Silvio... Si me permite la pregunta, ¿Qué harán Ahora con la hija de Barroso? ¿El plan sigue adelante?
- Eso no es asunto tuyo, de momento.
Di Pietro escuchó cómo Don Silvio le colgaba el teléfono. Estaba furioso. ¿Cómo era posible que le echase a él la culpa? Lo había hecho todo siguiendo instrucciones. La chica había contactado con Barroso y se había metido en su cama ese mismo día, manteniéndolo ocupado mientras él mismo se encargaba de la operación para coger a su hija. Después de eso, según le dijeron, llamarían a Barroso explicándole las condiciones si quería recuperarla. Solo él tenía el suficiente acceso a los rusos como para poder hacer el trabajo. Pero nadie podía imaginarse que Barroso localizaría a la chica en el Georgia en solo dos días. ¿Cómo podía haberlo hecho? Además ¿Qué habría conseguido Barroso si hubiese encontrado a la chica en el reservado? ¿Acaso pensaba que ella lo llevaría hasta su hija? No encajaba. A menos que se tratase de una venganza... que Barroso creyese que su hija ya estaba muerta, o que de todas formas lo iba a estar pronto hiciese lo que hiciese.
Le dolía la cabeza. Di Pietro se encendió un cigarrillo y se asomó a la ventana. Todo parecía tranquilo, pero con el paso de los años había aprendido a desconfiar de la tranquilidad. Demasiada tranquilidad. El vagabundo que hacía dos horas dormía en un banco frente a su portal había desaparecido, dejando en el suelo su botella y sus zapatos. Eso era suficiente. Dio media vuelta, se puso a toda prisa una camisa y unos pantalones que estaban descuidadamente colocados sobre una silla, y sacó la pistola de su funda. Se dirigió a la puerta y, tras mirar por la mirilla, la abrió lentamente. El portal ya debería estar controlado, así que salió al pasillo dejando tras de sí la puerta abierta y se dirigió a la ventana que comunicaba las escaleras del edificio con el patio de luces, la abrió y logró salir por ella. Saltó al patio, hasta el que había una distancia de unos dos metros, y al caer se luxó la rodilla derecha. Reprimiendo un quejido corrió renqueante hasta el otro extremo del patio y trepó por el enrejado de la ventana del entresuelo hasta la ventana de las escaleras del otro portal. Trató de abrirla pero estaba cerrada por dentro, por lo que, desesperado, le propinó un fuerte golpe con la empuñadura de su pistola, cortándose la mano con los cristales. Sabía que tenía solo unos segundos, pues el ruido habría atraído a los rusos. Trató de introducirse por la ventana, y al hacerlo se cortó en el pecho y en los costados con los restos de cristales rotos. Saltó al interior del edificio contiguo y corrió hacia la puerta. Salió y echó a correr hasta la esquina, metió la llave en la cerradura de su Porsche allí aparcado, abrió la puerta y se introdujo dentro. Arrojó la pistola al asiento derecho. Arrancó el coche, levantó la vista y encendió las luces. Ante él una figura iluminada por los potentes focos lo tenía encañonado. En una décima de segundo le pareció ver a su hermana pequeña meciéndose en un columpio en Sicilia, mientras él la empujaba. Debía tener nueve años, y sonreía mientras empujaba a su hermana en el columpio. Era feliz, como nunca más pudo volver a ser. Su hermana reía y él la miraba con los ojos y con el alma, con la nostalgia de quien ve la línea de la inocencia ya detrás, justo detrás. Después ya no vio nada.
---
Ocho treinta de la mañana. Ministerio del Interior.

El Director de Inteligencia, Carlos Bautista, esperaba nervioso en la sala de reuniones, sentado ante una mesa ovalada con una pantalla de plasma en la cabecera, y sin más decoración que la madera noble que recubre las paredes. Cuando se abrió la puerta sintió un escalofrío en la espalda. Primero entraron los dos asesores, después el Secretario, y finalmente el Ministro. Tras los saludos de rigor tomó la palabra el Secretario.
-Señor Bautista, como sabe estamos aquí porque a las siete de la mañana nos ha llamado usted convocando esta reunión de urgencia. La agenda del Ministro ha sido cambiada de forma inmediata, por lo que esperamos que lo que nos cuente merezca este esfuerzo.
- Creo que sí. Se trata de la “Operación Costa”. Podría estar en peligro. Esta noche, de madrugada...
- ¿Qué? – interrumpió el Ministro.- Llevamos dos años preparando esta operación – dijo el Ministro con un forzado ademán de contención-. Hemos conseguido infiltrar a tres agentes. Hemos movilizado un operativo de ochenta personas. Hemos gastado ya mas de la mitad del presupuesto de la partida destinada a la lucha contra el narcotráfico para todo el año, ¿y me dices que se puede ir al traste cuando solo faltan unos días para la intervención?. No me jodas Carlos.
- Señor Ministro...
- Déjate de monsergas y formalismos, estamos en confianza.
- Alfonso, no se qué coño está pasando. Los rusos siguen sin sospechar nada, según nuestros infiltrados. El gran alijo debería llegar en la fecha prevista. Todo el operativo está listo y todos los chequeos están OK. El problema no viene de los rusos, sino de los italianos. Al parecer hace treinta y dos horas aproximadamente, un ex-agente de policía llamado Barroso, vinculado a la mafia rusa según parece, irrumpió en un Club dirigido por un italiano, un tal Di Pietro, y la emprendió a tiros con los gorilas. Di Pietro no es un pez gordo dentro de la mafia italiana en España, pero si tiene vínculos importantes con los grandes, al parecer por relaciones familiares, tanto en España como en Sicilia. Parece ser que Barroso no iba a por él, porque lo tuvo encañonado unos segundos y no lo mató, según algunos testigos. El problema es que no parece un hecho aislado o algo personal entre ellos, porque esta madrugada los rusos han matado a Di Pietro junto a su casa. Podría desatarse una guerra entre la mafia rusa y la italiana. Di Pietro era de la familia y todo eso, ya me entiende. Además no tiene sentido que los rusos provoquen un incidente así justo antes de recibir el gran alijo. Deben haber sido los italianos los primeros en mover ficha. El caso es que ahora no sabemos si los rusos abortarán la operación….
- Carlos, después del fiasco en la lucha antiterrorista, necesitamos un golpe de efecto. Por eso esta operación es tan importante. Es necesario tener un éxito rotundo y detener a la cúpula de la mafia rusa y a su entorno. Más que nunca dependemos de una operación como esta. La economía va mal, la crisis internacional, nuestros propios problemas internos… Necesitamos esta cortina. El Presidente me llama todos los días, y no voy a decirle que se puede ir todo a la mierda porque un expolicía corrupto se ha tomado dos copas y se ha liado a tiros en un puticlub. No me jodas.
- Estamos tratando de averiguar qué está pasando. Creemos que la clave puede ser Barroso, pero en estos momentos está en el Hospital, y cuando salga pasará una buena temporada en la cárcel. Mató a dos y dejó a otros dos casi listos.
- ¿Qué necesitas?
- Una autorización para interrogar a Barroso y manos libres para ofrecerle un trato.
- Llamaré al Fiscal General. Mantenme informado y no me falles Carlos, no me falles.
---
Once de la mañana. Hospital San Felipe. Habitación 232. Dos agentes de policía custodian la puerta. Otros dos agentes, éstos del CNI, les enseñan sus credenciales y la autorización para interrogar a Barroso. Después entran en la habitación y se encuentran a Barroso mirando al techo.

- ¿Barroso?
- No, soy Batman.
- Déjese de estupideces. Está hasta las cejas y lo sabe.
- Siempre procuro estar hasta las cejas, para no relajarme. Me sienta mal.
- Este vez tendrá tiempo para relajarse, salvo que decida ser mas amable. Hemos venido a ofrecerle algo a cambio de información. Somos del CNI.
- ¿Del CNI?. ¿Qué cojones se está cociendo aquí?
- Eso es precisamente lo que hemos venido a preguntarle.
- Pues entonces todos estamos jodidos.
- Creemos que usted sabe más de lo que cree saber.
- En ese caso mas vale que no diga nada más hasta que me digan qué me ofrecen.
- Barroso, hoy es su día de suerte. Ni Papa Noel podría regalarle algo mejor que lo que le voy a ofrecer, así que no sea gilipollas y sepa valorarlo. Podríamos aliviar un poco su situación. La alternativa son veinte años a la sombra.
- Qué generosidad. Hable antes de que me ponga a llorar de emoción y acabemos abrazados cantando villancicos.

1 comentario:

PEPE dijo...

Ahora que he vuelto a la vida, aviso que si no hay nadie que se reserve la continuación de nuestro relato, lo seguirñe yo. Doy un plazo de 40 horas, que acaban de comenzar.

Un abrazo a todos y gracias por las muestras de cariño que tanto con María José como conmigo habeis tenido.

Pepe