sábado, 20 de junio de 2009

“My name is Luca”. Suzanne Vega.


“My name is Luca”. Suzanne Vega.

El primer recuerdo consciente que mantengo es de la imprenta de mi padre, “Portocarrero e Hijo”, un próspero negocio local dedicado a componer artesanalmente tipos encima de las páginas vacías, a ensamblar palabras y darles formas en el papel blanco, en el que medio pueblo de Cela aprendimos mecanografía con el método QWERTY del americano Christopher Sholes. Yo estoy sentado a horcajadas encima de las rodillas de mi madre, junto a la entrada de la imprenta, al lado de un viejo chibalete condenado a servir como mueble decorativo, y Babé, mi abuelo, tira de los pliegos de papel en los que brilla acharolada la tinta que embadurna los dedos de mi padre que sujeta la palanca de una guillotina. De fondo, desordenado y monótono, el sonido de las teclas de las máquinas de escribir.
No creo que tuviese más de cuatro años, a lo sumo cinco, cuando aquello se estampó, como los grabados de Babé, en mi memoria. Lo más curioso es que es no tengo una conciencia remota de aquello, y parece como si todo acabase de ocurrir hace apenas unos días, o como si lo hubiese inventado.
Luego sí que me acuerdo, ya un recuerdo antiguo, de cómo mi madre me secaba con las sábanas de mi cama después de bañarme en la bañera esmaltada que teníamos en un cuarto de baño de paredes azulejadas y techos altos rematados con una claraboya de cristal gordo y opaco, en la que emborronaban la luz los nidos de las torcaces instalados al abrigo de las tejas rojas de la techumbre de una almazara abandonada; o las delgadas cañas de bambú de la huerta que veía desde la ventana de mi habitación, junto a un nispolero; a mi madre, sujetándome entre sus piernas para rematarme el flequillo con la colonia a granel que comprábamos en la droguería “El Ahorro”, el primer día de colegio, cuando todavía hacía un calor insoportable…
No sé por qué los primeros acordes de esta canción me entristecen. No lo entiendo. Antes no me pasaba; todo lo contrario, en cuanto la escuchaba me venía a la cabeza mi primer año en Granada. La casa de la calle de El Ángel, un decadente y decimonónico edificio de tres plantas del ensanche granadino, paralelo a Recogidas. Manolo había grabado una cinta de Suzane Vega y por las noches, antes de cenar, la poníamos a todo volumen. Aquel órgano quejumbroso, la guitarra acústica retumbando en el angosto patio de piedra y nosotros, como bobos, con los ojos clavados en nuestro estrecho pedazo de cielo. Pero ahora no. Ahora, en cuanto comienza a sonar noto tristeza. ¿Será nostalgia? ¿Nostalgia de qué? No echo de menos aquello..., o eso creo.
Céntrate en la maleta y no olvides nada. ¡Joder!, verás como no es nada. De ésta sale, él es fuerte. Tiene que salir…, y va a salir. Las llaves…, no olvides las llaves de casa. No habrá nadie en casa. Asegúrate que has apagado todas las luces. De todas formas Heidi tiene que venir a limpiar mañana, así que no pasa nada si se queda algo encendido. Marina también puede pasarse... No, ella no va a volver. Vete ya, vamos.
Papa, aguanta, vale; tú aguanta, por favor.

domingo, 14 de junio de 2009

"Adios Nonino". Astor Piazzolla.





"Adios Nonino". Astor Piazzolla.
Cela, mayo del año 2008.

Babé se fue de repente. Así vino al mundo, como una aparición, con lo que no es de extrañar que tampoco hiciera ruido al abandonarlo. Me contaba mi abuela que la primera vez que supo de Babé ella contaba con cuarenta y dos años y, por mucho que lo hubieran deseado, ya no esperaban descendencia; y que nació sietemesino, rodeado de patrones e hilos, porque ése era su oficio, el de costurera, sin dar siquiera un aviso. Así era Babé, inesperado y silencioso.
El día en que tú viniste al mundo, Babé me pidió que te quisiera tanto como ellos me querían a mí, y, por obediente que haya sido, hoy me pregunto si lo habré logrado.
No creas que lo traigo al recuerdo con tristeza. No es así.
Antes de irse me recordó aquellos años en que yo me creía inagotable, aquellos largos años de la juventud que parecían anclarse en las hojas de los calendarios que colgábamos en la puerta de la imprenta, y me dijo: "Bruno, pronto te angustiará haber pensado que nosotros también íbamos a vivir para siempre. Que ello no te pese. Convéncete de que la conciencia de nuestra muerte, de la de los que nos rodean, es una bendición que sólo se nos ha concedido a los hombres. Es la grandeza de esa fatalidad lo que da sentido a la existencia."
Y entonces apeló a la resistencia de la memoria, y me aventuró que si yo quería, a Babé nunca lo desterrarían de mi recuerdo, que se quedaría para siempre conmigo como el negro de humo de la tinta china en el papel.
Y yo quiero hacer lo mismo contigo. Después de tanto como he callado, quiero hablarte de nosotros. Para ello retomo unos apuntes que, como tantas otras cosas, me dejé olvidados por el camino.
Mientras se carga el tanque del tintero me viene al pensamiento tu madre. Creo que sólo ella huele mejor que la tinta espesa.
¿Sabes? Tengo los dedos arrugados y oscuros, como las herramientas en desuso de la imprenta. Cada día me parezco más a Babé.
Un beso hijo.

viernes, 5 de junio de 2009

DECÁLOGO


1.-La vida no es justa. Acostúmbrate a ello.
2.-Al mundo no le importa tu autoestima. El mundo espera que logres algo, independientemente de que te sientas bien o no contigo mismo.
3.-No ganaréis 3.000 euros mensuales justo después de salir de la universidad, y no serás vicepresidente de nada hasta que, con tu esfuerzo, te hayas ganado ambos logros.
4.-Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe. Este sí que no tendrá vocación docente ni la paciencia requerida.
5.-Dedicarse a servir cervezas o llevar pizzas no te quita dignidad. Tus abuelos lo llamaban de otra forma: Oportunidad.
6.-Si metes la pata no es culpa de tus padres ni de tus profesores, así que no lloriquees por tus errores y aprende de ellos.
7.-Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como ahora. Empezaron a serlo al pagar tus cuentas, limpiar tu ropa y escuchar tus quejas . Así­ que, antes de emprender tu lucha por las selvas vírgenes contaminadas por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida, empezando por tu habitación.
8.-En la escuela puede haberse eliminado la diferencia entre ganadores y perdedores, pero en la vida real NO. En la escuela te dan oportunidades para ir aprobando tus exámenes, para que tus tareas te resulten más fáciles y llevaderas. Esto no te ocurrirá¡ en la vida real.
9.-La vida real no se divide en semestres, no tendrá¡ largas vacaciones de verano, de pascua, de navidad, del patrón del colegio, puentes,etc. y pocos jefes se interesarán en ayudarte a que te encuentres a ti mismo. Todo eso tendrás que hacerlo en tu tiempo libre.
10.-La televisión no es la vida diaria. En la vida cotidiana la gente de verdad tiene que salir del café de la película para irse a trabajar. Y procura ser amable con los listos y chapones de la clase. Es probable que termines trabajando para uno de ellos.

A tanta evidencia, yo añadiría un consejo:

Donde quiera que ésta esté, dedicar un mínimo esfuerzo diario -por minúsculo que sea- a la búsqueda de la felicidad. Es una buen remedio para que los días no se amontonen.