viernes, 7 de noviembre de 2008

Siete de noviembre. Cumpleaños de Mario y Maria José



Hay una luz delgada y filamentosa que se cuela por las rendijas de la persiana entreabierta. Es una luz limpia y cónica que parece que pudiera moldearse con las manos. Nos busca con prisa, empujada por la mañana, y yo quiero entregarte. Dibuja un trazo oblicuo sobre las sombras de la habitación, sobra la ropa desecha de la cama, y se cuela por los barrotes de la cuna. Su reflejo se desperdiga por la pared, como teselas desordenadas que forman en la penumbra el remedo de un cielo estrellado y fulgurante. Hay ya claror afuera, junio anticipa los días y el levante les da brillo. Me acerco y abro la ventana. Me vuelvo para mirar la impresión que te causa la luz que, ahora sí, envuelve la habitación y acaricia tu cara. Amusgas los ojos, mientras intentas tocar con tus brazos levantados, en paralelo, el juguete musical que te han colgado del larguero. Gime al girar sobre su engranaje por encima de tu cabeza, como los cangilones de la noria que yo veía desde mi cuarto, junto a un higuerón que dejaba caer sus hojas rugosas en la alberca inundada de ovas. Tú ya no podrás verla, hace tiempo que construyeron unos bloques desabridos, de fachada de ladrillo y ventanas de aluminio.
En la habitación de al lado se aprecia un rumor de vida, pienso que los vecinos han debido de madrugar hoy. A ellos se le suceden, unos tras otros, los días, desde que se le fue el hijo, desde que les pudo la vejez. No aprecian cambios en sus vidas, sólo un lento paso de estaciones, que se repiten y repiten. Creo que los va a matar el aburrimiento.
Ayer hable con la yaya, y me dijo que por unos días han dejado correr el Rumblar porque el calor estaba secando las huertas, y que las brevas de la higuera ya están en sazón. Que las buganvillas y los jazmineros han trepado por las bardas de las casas de al lado hasta saltar a nuestro patio, pero no ha dicho nada porque le agrada el color moteado de la tapia, el penetrante olor que se mete en el cuarto y le ayuda a olvidar el dolor de sus huesos. Por la fresca, ella se sienta en la puerta de la casa, al abrigo de los frutales, haciendo punto, entretenida con el movimiento de los coches que suben y bajan hacia la ermita. En los días de boda se mete en la casa, en su madriguera, porque tanto trasiego la pone nerviosa. Me comenta que el abuelo ha puesto goteros en el escaso huerto que plantó en primavera, y que da gusto ver cómo están las tomateras, las sandías, los pimientos… Es una forma de que a él, como al vecino, no se le sucedan los días.
Fuera hay un cielo de ceniza, plateado y se nota el viento moverse a lo lejos.
Te mueves. Un giro. Ahora recuerdo que aquel día siete de noviembre, en el pasillo se oyó un llanto hondo, y los pasos de una comadrona que me pedía que me acercara. Lo primero que hice fue contarte los dedos de las manos y de los pies. Creo que alguna vez lo vi en una película. Todo en ti rezumaba orden, concierto. El número de dedos también.
Mario, me he vuelto a mirarte de nuevo, y pienso que no cabe más felicidad que tenerte con nosotros. Y me pregunto ¿quién está dando la vida a quién?

Almería, julio 2007

3 comentarios:

PIRLILLA dijo...

Muchísimas felicidades para Mario y su mamá. Sabeis que se os quiere mucho.

Pirlilla

antiplatonico emboscado dijo...

post tenebras, lux.

quieto, me dispongo a la lectura. abro el libro y descubro un papel inquietante. un extraño garabato pintado con un lápiz azul delata a su autora. hace 7 meses extraño su risa, el recuerdo fugaz de su parpadeo, su respiración acompasada cuando dormía en mis brazos. en el libro habla Epicuro, sereno. me acuerdo de Spinoza "el verdadero sabio no piensa en la muerte". la vida, la que tenía respiraba a mi lado miestras dormía. acababa de pintar con un lápiz azul unas extrañas rayas. al verlas me dan la vida. dejo de leer y salgo al jardín y al igual que Epicuro acaricio un olivo. creo que es un geroglífico muy sencillo. tiene que ver con la luz, el aire y la vida. Vuelvo a la casa, quieto sigo leyendo, vivo.

Felcidades.

Silvia_D dijo...

Felicidades a ambos y a ti, tus palabras denotan felicidad, me alegro.

Yo también tengo hijos, sabes? tengo 5, sí 5, cosas que hace una y la verdad aunque a días creo que me volverán loca (aún más), todas mis ilusiones y mis esfuerzos son por ellos.

Son cachitos de mi y en ellos me reconozco y estás en lo cierto de que son ellos los que te dan vida a ti.

Besos