jueves, 13 de noviembre de 2008

LA ABUELA DE HUGO


Se descubre llorando cuando siente el roce de la punta de su lengua con una lágrima que se arrastra por las arrugas de su cara, mientras silabea de memoria, escondida detrás de la cortina y de espaldas al transistor, las palabras que pronuncia en un tono grave el locutor de la radio nacional: "...Este que ha oído es un mensaje para el Sr. Hugo Garrido, en la actualidad con 82 años de edad, que le envía su esposa doña Hortensia Aldeaquemada. Donde quiera que esté. Para cualquier respuesta puede ponerse en contacto con nuestros estudios de Radio Nacional de España o, si se hallase en el extranjero, con Radio Intercontinental..."
Hortensia Aldeaquemada se enfundó en un traje talar, de un riguroso y sobrio oscuro, un día de Navidad del año antes la Guerra, cuando un guardia civil cumplía la orden de acercare a su casa y comunicarle que su marido, el reo Hugo José Garrido, se había escapado de la cárcel provincial trepando por un muro que se había derruido por orden de la superioridad para su inmediato aseguramiento y reconstrucción. Ese día se cerraron las puertas de la casa de número impar de la Calle de La Amargura para Hortensia, y no se le recuerda más salida que la que hizo para ver comulgar en la Iglesia de la Encarnación a su único nieto, Hugo Garrido, el día de su primera comunión.
Ella se apuesta en una mecedora pegada a la ventana, viendo el vaivén de los días que se suceden y se amontonan en los calendarios sin recibir noticia alguna de su marido, al que, por mucho que le digan, cree vivo por un pálpito hondo de su corazón. Desde entonces, no se arredra y todos los años, para el día de Navidad, encarga que se emita un mensaje en Radio Nacional de España, con el que le dice a su marido que si no anda lejos, en su casa se le espera, y si vive en Las Américas, que se cuide y recuerde que por aquí se le extraña. De su esposa e hijos, que le quieren.

6 comentarios:

antiplatonico emboscado dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
antiplatonico emboscado dijo...

la intransigencia del pasado.


asi es, queremos pensar que la vida se deshace de lo que nos pasó o de lo que hicimos, cuando la realidad del eterno retorno nos indica lo contrario. confundidos, pensamos en el tiempo como una sucesión unidreccional, cuando es un bucle que nos vapulea inmisericorde. el pasado es presente, una sola cosa, como bien nos enseño Sidharta. otra cosa es cómo lo digerimos, pero eso es materia de Epicuro, al que me remito para evitar reiteraciones.

Salud

Silvia_D dijo...

intento comentar y no me deja!!

Silvia_D dijo...

Vaya, ahora sí, que cosas :(

Tu relato me tiene enganchada, niño, me gusta como escribes y lo que me sugiere este texto es, que la esperanza es lo último que se pierde... la fe.

Besos y bocaos :)

PEPE dijo...

Al antiplatónico soy incapaz de contestarle a estas horas. Me rindo. A Dianna sólo darle las gracias porque siga ahí, con nosotros.

Un besos a todos

Óscar Santos Payán dijo...

Me he hecho un lio y te he escrito en mi blog un comentario. Nada, sólo decirte que estamos de acuerdo en todo y que habría que demandar al perturbado frofesor. ¿Se puede demandar a alguien por mentir, distorsionar la historia y enseñar a sus alumnos esta historia? Un abrazo amigo