lunes, 2 de junio de 2008

UDRÍ

Bueno amigos,

Comienza la aventura de Udrí, y quiero que aquellos que os habeis prestado a soportarme, leais cómo queda el primer capítulo:

I

"-Si me permite una pregunta mi sargento, ¿cómo puede usted comer en un momento como éste?
El sargento Fernández mira de hito en hito el cuerpo tieso como una vara del menor de los Jiménez, mientras mordisquea un bocadillo que en su mitad inferior está envuelto en un arrugado papel de plata.
-Mira Pinilla, en todos los trabajos se come ¿no?, pues los Civiles también comemos, o te crees que el Secretario no ha venido todavía porque está ordenando expedientes en el juzgado. Son las once de la mañana, y desde las seis que nos agarramos, yo creo que ya está bien.
-Sí mi sargento, si lo digo, porque como éste está ahí, tan blanco, y encima se sonríe. ¿Por qué se sonríe uno al morirse mi sargento?
-Y yo que sé, Pinilla, yo qué se. Estos ricos son raros hasta para espicharla.
El cabo Pinilla, que antes sólo se ha atrevido a mirar de refilón el cuerpo del joven Jiménez, ahora agarra y levanta uno de sus brazos. El sargento Fernández, que no da tregua al bocadillo, perfila en su cuaderno reglamentario de tapas duras el atestado que recoge el óbito, y se limpia la boca de lado a lado con el envés de la mano.
-¿Pinilla, óbito se escribe con b o con v, que nunca me acuerdo?
-Mi sargento y por qué no pone la muerte, que ahí no hay fallo posible.
-Cuando llevas razón, hay que dártela, Pinilla: …el fa-lle-ci-mi-en-to –deletrea mientras escribe-, si te parece, que no quiero cachondeitos luego en el juzgado. Y tú, deja de jugar ya con el muerto, joder, que se empieza por cogerle una manita y luego…
El cabo Pinilla acompaña el brazo hasta el suelo y lo tiende con cuidado. Se mira las palmas de las manos y las limpia con el trasero de su pantalón mientras se levanta para separase del cadáver. Al tiempo contará a sus hijos que el primer día que vio de frente la muerte, en la casa de los Jiménez, la Casa Grande, lejos de sentir el frio del abandono, sólo notó el acalorado empacho de quien se sabe intruso, el rubor de la profanación. Eso piensa ahora cuando mira la profundidad abisal de la mirada del joven que por razones que no alcanza a entender dibuja una sonrisa en medio del paisaje desolador de la muerte. Y comienza a hablar esperando que la voz le recomponga el ánimo.
-Mi sargento, ¿ha visto usted el cuadro del pasillo?, qué bárbaro, es imponente. Por cierto, que lo hacía yo más pequeño. Claro, como nunca lo había visto así, de frente, al natural, y estoy acostumbrado a verlo en las etiquetas de las botellas de vino de La Pisa…- se calla y orilla la mirada para que se le dibuje en el rostro un interrogante-. Ésa sí que fue una gran derrota para los franceses ¿eh?
-¿Cómo que una gran derrota?, ¿qué dices? Ésa fue una grandiosa victoria para los españoles.
-¿Y qué mas da una cosa u otra, mi sargento?
El sargento Fernández se dispone a contestar, pero oye que desde la planta de abajo suben sonidos de puertas que se abren y cierran, pisadas que aligeran el paso y voces timbradas que rompen el silencio de luto que ya se ha instalado en la Casa Grande.
-Déjate de preguntas y alivia Pinilla, que éste fijo que es el Secretario."

17 comentarios:

antiplatonico emboscado dijo...

Sumamente interesante. Tan solo reprocho el uso del término "UDRI" que me recuerda cierta secta de bagaje platónico y, por tanto, rechazable por inútil, vana y perjudicial. En todo caso, le felicito por su texto. Estamos a la espera de seguir leyéndolo.

VAle

A. Marin dijo...

Me gusta mas este comienzo, con el capítuo de los Guardias Civiles al principio y no al final como estaba antes. Esta variación se fraguó en una comida en el Foster, donde un importante crítico literario sugirió este cambio. Me debes una comida.

PEPE dijo...

Antiplatónico emboscado. He de decirte que no existe embozo en el que puedas esconderte, porque tu sinceridad te pierde y yo sé dónde encontrarte.
Antonio, es cierto,te debo una comida.
A ver si somos capaces de construir algo entre todos.

Un abrazo

carmen dijo...

El otro día leí una entrevista que le hacían a Andrés Pascual. Es un abogado en ejercicio desde el 92, creo y le han publicado su primera novela "El guardian de la flor de loto". En la entrevista decía "no es extraño que los abogados escribamos novelas, nos pasamos el día escribiendo cosas sin una pizca de romanticismo. Cuando llegas a casa te apetece cambiar de tercio."

Espero que sigas escribiendo, sería una pena que no lo hicieras.

Un beso

PEPE dijo...

Hola Carmen,

Pues sí, sí que me gustaría escribir -lo de seguir escibiendo es un eufemismo que por el escaso tiempo que le he dedicado no puedo permitirme- aún a sabiendas de la complejidad que eso entraña con mi situación actual.

El antiplatónico emboscado me contó una vez que los clásicos afirmaban que había que elegir entre la familia y la euridicción. Yo tengo dos familias -la propia y la del despacho- que en cierta forma me ocupan hoy por hoy demasiado tiempo, pero todo se andará.
Tengo claro que escribir es una razonable forma de evitar que se me esturreen los días.

¿Os habeis fijado que todos los que aquí escribimos somos abogados?
Un beso

PEPE dijo...

Estimado antiplatónico emboscado,
La exposición tiene algo de recalcitrante, comparte texturas lúbricas con el indigno arte del exhibicionismo, con el perverso placer del masoquismo.
(me estoy poniendo)

Anónimo dijo...

Voy a tener que engancharme al libro más de lo que yo esperaba, incluso dejando de venir a trabajar... Es que me pones en unas disyuntivas que no puede ser!!
El comienzo tiene muy buena pinta. Volveré a dar señales de vida cuando me haya leido todo!

antiplatonico emboscado dijo...

Literatura y abogados. Tema espinoso. Sobre todo cuando trasladan a sus escritos alegatos en defensa propia, en defensa de sus demonios personales. Por supuesto salen absueltos. No es el caso que nos ocupa, creo.

Vale

QUARENDO INVENIETIS dijo...

QUARENDO INVENIETIS

LO QUE LE DICE EL VERSO A LA SIEMPRE DECADENTE PROSA:

- Sus palabras suenan grandes y trágicas pero son puro histrionismo.

LO QUE LA PROSA SIEMPRE DECADENTE, EN PROSA, CONTESTA AL VERSO:

- Toda poesía creada con auténtica pasión aspira de un modo natural al valor estético duradero, lo cual quiere decir que aspira a sobrevivir a su autor. Escribir sin esa ambición es puro cinismo. un poeta mediano, que produce a conciencia poemas efímeros, corrientes, convencionales, sólo es digno de olvido. Es la maldición del poeta: Su honestidad está atada al potro infame de su megalomanía.

LO QUE FINALMENTE CONTESTA EL VERSO EN VERSO A LA PROSA:


Si pudiera escribir del mismo modo
que un autobús se llena y recibe
y acoge a cincuenta y dos huérfanos
para llevarlos de excursión
un viernes radiante de mayo
y siente sus pequeños cuerpos
-felices-
moviéndose en los asientos
mientras las ciento cuatro manos
ensucian los cristales
palpando el tacto de un paisaje
perplejo por tanta caricia.

Si escribir fuera ese autobús
que es padre y madre
y hermano mayor.
Si un poema pudiera ser
ese cristal manchado por sus manos
diminutas y churretosas.

El poeta tiene que ser
un autobús
-aunque sea sólo una vez-
El poema tiene que ser
un cristal sucio
-aunque sea sólo una vez-


A aquellos novelistas conscientes de la decadencia de la línea contínua y el párrafo, les hago un llamamiento de búsqueda de las imágenes contenidas en sus numerosos capítulos, costreñidas seguramente, entre los numerosos signos de puntuación y el derramamiento de descripciones que amputan la imaginación, y que cual si fuera un arreo, aplican a su cabalgadura, buscad ¡buscad! entre vuestras miles de páginas y encontrar al verso, y si esto no acontece, sabed que vuestra decadente prosa incluso ha muerto.

Y EL AUTOR DE UDRÍ SERÍA CAPAZ DE ESCRIBIR UN POEMA QUE FUERA EN SÍ MISMO LA PROPIA UDRÍ....., o la contaminación de la prosa ha llegado a tal extremo en su obra que ya no sabe como contestar con verso al verso, o quizá prefiere contestar con decadente prosa???????

antiplatonico emboscado dijo...

Desgraciaadmente un poeta normativo se complace con arrearnos con su dogmática poética en justas literarias. Empiezan así y terminan fusilando al amanecer, todo ello en atención a no se qué idea (efectivamente, idea para mas humillación) que una musa les ha trasmitido una noche (siempre tiene que ser de noche) con dos copas de menos ( si fueran de más se dedicarían a menesteres más entretenidos). Si empienza un comabte entre posesía y narrativa soy partidario de de que se dilucide en un ring de boxeo, que es un deporte noble y sin dobleces, y nada normativo.

Seguid con salud.

lavabajillo dijo...

Pepe: Sabes que me encantó Udri y asi te lo dije en su momento. Por dejar constancia en tu sitio de algunas de las recomendaciones críticas que me atreví a hacerte, te repito lo que ya te dije: alivia las frases, acorta los párrafos, olvida las palabras que hay que buscar en el diccionario. Por lo demás, como sabes, la historia me enganchó desde el principio, y me maravilló las cosas que tenemos en común en nuestra vida. Un abrazo.

lavabajillo dijo...

Veo que hay una guerra incruenta entre poesía y prosa. Os doy mi opinion sobre el tema una reflexión que titulé "Me quiero ir"
ME QUIERO IR




Hoy me quiero ir. No se qué malos espíritus se han instalado en mi cabeza.
Casi sin darme cuenta mis neuronas se han puesto a trabajar cuando miraba el folio blanco de nuestro tiempo sin que mis dedazos hicieran blanco en ninguna de las letras del abecedario. Pero, en vez de buscar las palabras que dieran forma a un nuevo relato “made in Lavabajillo”, con un argumento que me había parecido hasta original, se iba haciendo presente en mi mente una idea que hasta ahora nunca había aflorado.
¿Qué hago yo al componer una nueva melodía literaria?
¿Qué hago cuando imagino personajes y los desnudo para mí y para mis lectores, cuando les insuflo una nueva vida, los doto de un carácter determinado ( agresivos o pacíficos , valientes o cobardes, buenos o malos..) los hago que se amen o se odien, que maten o salven la vida de otros, que sean felices o desgraciados.
¿Que hago cuando mezclo todos los elementos en un cóctel de situaciones , de circunstancias, de tiempos en los que mis criaturas ( no debía haber utilizado esta palabra) viven su vida y construyen su historia, de espacios en los que se desenvuelven, de ciudades que habitan, de paisajes que recorren.
¿Realmente soy un creador literario?
No Lava, no creas nada, sólo recreas vivencias propias o de otros, sólo describes ciudades que has visitado, paisajes que has admirado, animales que te han conmovido, sólo entras en el alma de personas que has conocido.
Eres como un notario que no pasa de dejar constancia de lo que ve, oye o percibe por sus sentidos. Puede describir escriturariamente lo que tiene delante y analiza, pero nada más. Quizá utilice un estilo claro, puro y preciso, y maneje como herramientas la verdad en el concepto, la propiedad en el lenguaje y la severidad en la forma. Es posible que el resultado sea un documento bien hecho, muy profesional, pero nada más.
Eso es lo que creo que soy : un simple “describidor” ( perdón por la palabra) de cosas, de animales, de personas, de organizaciones, de instituciones , de sentimientos, pero nada más. Estoy en la primera fase del lenguaje.
Bueno, quizá en algún momento de agudeza mental, llegue incluso a establecer comparaciones de cosas con cosas, de hombres con cosas, de hombres con hombres, de unas situaciones con otras, de… Quizá haya llegado algunas veces a manejar el lenguaje de las metáforas, pero ahí me quedo. Sigo sin crear nada.
¿Porqué no soy capaz de crear algo nuevo?
Comprendo que es difícil pero yo he visto conceptos nuevos, ideas diferentes en algunos textos poéticos que tanto me cuesta entender. ¡Y como me gustan! Tal vez no los entiendo porque son esencialmente nuevos y, quizá por serlo, me gustan tanto.
Son los poetas los que tienen esa capacidad de dar el salto en el vacío, de ver de otra manera diferente, de proyectar el láser de su imaginación hacia los objetos y las personas dotándolos de una dimensión nueva y distinta. Nada hay nuevo bajo el sol, ni siquiera bajo el sol de los poetas, pero al fragmentar lo uno ( la materia, el espíritu, las ideas, los sentimientos), al sacar los elementos de su contexto real y ponerlos en contacto con otros a los que han sometido a la misma operación , surge una nueva entidad recompuesta, creada en definitiva.
¿ Como podría yo “comerme con los dedos el mundo de postre” o esperar “ese átomo inmenso perdido no sé donde, que desde hace milenios le falta a mi molécula”.
Definitivamente la poesía es la máxima expresión de la creación literaria, los poetas son los verdaderos creadores. Por favor derramar vuestro don, enseñarnos a ver a los ciegos, a descubrir los contornos difusos del mundo poético.
Estoy castrado para la verdadera creación literaria. No puedo engendrar nada. Por eso quiero irme.
Pero no me voy a ir. Siempre he sido consciente de mis limitaciones y también los obreros de las clases inferiores del lenguaje somos necesarios. No todos vamos a ser arquitectos, ingenieros, catedráticos…. También hacen falta, albañiles, oficinistas, mecánicos para que gire nuestro mundo literario.
Se despide de todos ustedes un simple narrador, un “escribidor” que nunca podrá ser poeta.



Nota: Mi agradecimiento a los poetas de esta página cuya lectura ha dado lugar a esta reflexión y, en especial, a aquellos cuyos textos he puesto como ejemplo de la más alta creación literaria.

eadp.elpasajero dijo...

Lo termine hace unos días, desplace a Reverte por Parra, quería conocer algo sobre lo que ocurrió en España hace 200 años y mira por donde, hay un cuadro que entiendo fundamental, por lo que representa, que me ha servido de punto y seguido en esa búsqueda histórica de cómo fue... porque sucedió.... aprendimos???
Pues no!!,esa búsqueda histórica cada vez me deja más claro que no tenemos remedio, que todo sigue pasando igual, porque después de un pilón de libros, como tu decías pepe, nada nuevo me aporta.

Después de varia lecturas literarias y unos güisquis creo llegue a esta conclusión, lo sustancial esta en nosotros en nuestro ser, desde fuera podemos encontrar referencias, espejos en los que creemos vernos reflejados y pensar ¡¡por ahí estoy yo!!, pero hay otra búsqueda mayor que es en la que anduvo y creo encontró Abdón.

Pepe, tenemos pendiente una charla, comida, café, güisquis sobre UDRI y por cierto no encontré el porqué de Abdón....

P.D.: Es mi primera vez en un blog y por cierto yo no soy abogado.

Un abrazo a todos y seguimos....

PEPE dijo...

lavabajillo, gracias por tu visita a esta que ya es tu casa. Espero que sigas apareciendo.Respecto a los consejos los tomo en serio, aunque no sé si voy a ser capaz, pero se agradecen.

Ya leí hace tiempo "me quiero ir", y todavía nos queda mucho por leerte. Esperemos que sigas escribiendo y enseñándonos lo que escribes.

A ti Pasajero, también decirte que espero que ésta sea estación de descanso en tu viaje, para cuando el mismo se alargue demás aquí te esperamos para refrescarnos mutuamente.
Desplazar a Reverte, por sí sólo, aunque sea tan sólo por un momento, ya es recalcitrante. ¿Has visto el cuadro? Yo vivo con él desde pequeño, por todos lados me lo he ido topando, y creo que era justo que se conviertiera en una parte importante de la novela. En él aparecen los vivos, Castaños, Reding, Coupigny, el mariscal Felix Jones (españoles) Dupont, Vedel, liger-Belair, y también muertos como Gobert. Gobert fue herido de muerte en Mengibar, y su coraza y la de doscientos de sus coraceros fue expuesta en la plaza de Mengibar por Reding para envalentonar a la tropa. Después murió en guarromán, que significa el rio entre los granados, y allí se encuentra enterrado, en la iglesia. Me parecía una historia bonita para incluirla en el libro.

En cuanto al nombre de Abdón, ya digo que signigica el muy servicial -de hecho al santo que lleva ese nombre se le reza para combatir la ceguera-, y que alguien al ver a Abdón, al servicial, se asusta y le vaticina que amará lo posible y lo imposible. Lo imposible es su búsqueda, no su final, su final está ahí y ya nada puede cambiarlo.
Me pareció un nombre hermoso para el personaje del libro, ésa y no otra fue la razón.

Ahora te emplazo a poner día y hora y nos sentamos delante de un buen plato y una botella de vino templada en la bodega, y el resto lo pondremos los demás. Tendremos que llamar a Francis que ha tenido mucho que ver en que nos hallamos conocido.


Un abrazo y gracias por haberte entretenido en la lectura de Udrí, por haber dejado aunque sea un momento al Madrid de Reverte.

Unknown dijo...

Interesante comienzo...quedo a la espera de nuevos capítulos.

Pepe, coincido con Ud. en que la escritura tiene mucho de exhibicionismo y por tanto puede llevar aparejado algo o mucho de pudor al airear las vergüenzas del autor, lo que puede conducir al masoquismo, pero en este puzle, donde encajan las texturas lúbricas?lo digo por si me aficiono...

antiplatonico emboscado dijo...

DEFENSA DE ABDÓN.


Estimada C.

Tuve conocimiento del fallecimiento de Abdón mientras acababa mis quehaceres en .la ciudad de A……. hace poco más de un mes. Desde entonces no pensaba sino en escribirte unas líneas que no fueran reproche ni condolencia. Me he decidido, y me consta que lo aprecias, a hacer una defensa, pues poco conozco al ser humano o ya habrá algún malediciente que en nuestro pequeño pueblo provinciano estará haciendo circular infundios de variada especie. Nada humano me es ajeno, y sé que lo humano está imbuido de maldad. Que te voy a contar querida….

No solo se trata de que todo el pasado se posó en un segundo sobre su cabeza, ni de que en un latigazo se concentró todo el dolor de una vida; además de eso el acabamiento hizo su entrada triunfal, apabullante sin que nada ni nadie pudiera escapar a tanto dolor. Y en ese dolor todos los años, meses, semanas, días, horas, minutos y segundos llevaban su carga a la espalda, carga nefasta y venenosa que no respeta razón alguna y contra la que no hay escapatoria.

No solo se trata de que el convencimiento de la imposibilidad de vivir un afecto sumergiera su espíritu en un ambiente irreal, ni de que el recuerdo mismo fuera un martillo de diamante que cayera sobre su espíritu con la regularidad de un segundero; además de eso estaba ya roto el hilo invisible que nos une a la vida, roto en varios lugares y en diversos tiempos y no era posible sutura alguna, dejado de la mano de Dios y de los hombres, esos mismos que lo compadecerán ahora. Además de eso, la difícil filigarana de la vida se había desvanecido, poco a poco pero a la vista de los demás, sin queja ni lamento alguno, tal y como hacen los hombres de honor, los pocos que hay. Omnia plaeclara, rara.

No solo se trata de que trazara una línea profunda en la tierra y que volcara, en la soledad más absoluta (os recuerdo), en lo más escondido todo su pesar, ni de que dejara manar lo más sagrado que tenemos, sin marca ni tasa; además de eso, señaló con letra precisa los límites del dolor y de la impostura, señaló lo indigno del sufrimiento, enumeró las condiciones de la buena vida, apostó por la verdad de una vida sin doblez, decidió dejar sonar el acorde más precioso que tenemos y que una vez abandonado ya no tiene marcha atrás.

No solo se trata de que su alma quebrara delante nuestra y de que semejante episodio no lo pudiéramos evitar; además dejó serena su vocación que no pretendió lo imposible, como nuestro común amigo va diciendo por ahí, sino todo lo contrario: lo posible fue lo que nunca tuvo a la mano, y en lo imposible se movió desde siempre con suma facilidad. Y en lo imposible nunca tuvo el sereno afecto que sirve de clima y ambiente para la buena vida, ese clima que yo tampoco he tenido hasta hace poco, como sabes. Sin embargo Abdón habitaba en lo imposible de forma habitual y su alma embravecida no se acostumbró a las medianías de un amor vulgar y mediocre como el que tuvo con esa desgraciada iluminada cuyo nombre me resulta imposible siquiera escribir, ese pozo inmundo de estulticia que se nos presentó como la cima de la belleza y de la inteligencia y no fue más que agua pozoñosa, infecta de extravagancia y animadversión a la vida, que contaminó a tantos como pudo hasta que se agotó, corrompida de su propia sabia insana, enferma, putrefacta.

¿Quién se compadece del encantador al que le muerde la serpiente? Demasiado esfuerzo en mantenerse en la lejanía de los lugares hiperbóreos, diría yo, ser mortal. Sí, estimada C., nos duele reconocer la condición excelente de los demás y acabamos haciéndolos partícipes de nuestra pequeñez. Amo la vida como pocas veces lo he hecho, ya sabes de mis vicisitudes y los trances en los que me he visto últimamente, y por eso sé que Abdón no tuvo ni remota idea de las vueltas que da el camino, de las sendas que vamos descubriendo a lo largo de la vida, de las vistas que se nos aparecen sin buscarlas, de que la niebla se disipa en unas horas y nos muestra paisajes desconocidos, de que al borde de camino uno se para y bebe agua fresca, descansa a la sombra, retoma el camino y da marcha atrás para perderse irremediablemente en un ir y venir que es la sal de la vida. Luego, con el tiempo, la vida parece que ha sido producto de un plan milimétrico y que lo que somos es así por decisión propia (amor fati, lo siento Nietsche, no nos lo creemos). Pero sabemos que no es así, y que las elecciones que hemos ido haciendo a lo largo de la vida han ido determinando el resultado actual de forma azarosa e impremeditada. No hay vocación ni destino (lo siento Ortega, no nos lo creemos) sino voluntad fallida, revisada continuamente en un vértigo que define el devenir no como un juego de dados, pero si como una obra inacabada y perfectible. Y esto no lo supo Abdón, que habitaba un mundo imposible para nosotros. Descanse en paz, si lo dejamos

Ningún hombre conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él. (1 Corintios 2,11). Seamos indulgentes, pues.

¿Recuerdas a Aelio Hadrianus?:

Animula vagula, blandula,
Hospes comesque corporis,
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula,
Nec, ut solis, dabis locos.

Siempre nos quedamos con el primer verso, pero lo importante es el último y su recuerdo: “pequeña, mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos, desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de infancia”. Te apunto lo importante ahora, los juegos de la infancia, la patria del hombre. Celebérrimos versos, inmersos ya en la novela. Qué te voy a contar estimada C, si tú me los enseñaste. Pero ¿quién se acuerda de los juegos de infancia de nuestro imposible amigo hiperboreo? Yo no. ¿Tú?

Y los consejos, tan fuera de lugar. Ahora pretenderán los moralistas, esa caterva de sepultureros de la moral, embalsamadores de sentimientos, poetas normativos, sacar enseñanza y endosarla al primero que pase. No, gracias. Por eso esta defensa postrera del espíritu libre, inconformista. El espíritu o es libre o no es nada. Te lo digo desde lo más hondo de un naufragio, como sabes. Todavía me queman las brasas de mi casa incendiada, perdida. Todavía me duele la visión del campo arrasado por el pedrisco, de la vista de la derrota. Ya me parece algo tan lejano… y ya solo me embarga la esperanza. El dolor de ahora es la felicidad de mañana, me comentó nuestro común amigo. Tanta verdad no cabe expresarla de otro modo sino con esta apología de Abdón, le pese a quien le pese.

Me acordé de Fedón o el Alma, el Diálogo más querido de Abdón. Y recuerdo siempre como lo que más le gustaba era resaltar la permanente sonrisa de Sócrates, esa sonrisa que demostraba no indiferencia a la muerte, sino la tranquilidad en el trance de la que el filósofo debe hacer gala, si realmente los es, sobre todo en los momentos más difíciles. Esa tranquilidad que seguro él tuvo. Socrático hasta el final (también platónico, desgraciadamente para él), dejó con su marcha el mismo dolor que él, porque los demás estamos en lo posible, para bien o para mal, y no nos gustan los seres excelentes. Platón dibujó un Sócrates sonriente hasta el final (¡Critón, le debemos un gallo a Asclepio!) una sonrisa que es posible en el mundo vertiginoso y terrenal de Sócrates, pero que es imposible en el mundo fosilizado de ideas inmutables que el alumno construyó para nuestra desgracia. El paso de Sócrates a Platón no se ha explicado suficiente, si es que es posible. Seguimos leyendo los Diálogos como palabras de Sócrates, cuando apenas si queda algo más que una leve brisa fresca del tábano furioso en un mundo anquilosado que ha prefigurado lo peor de la vida: el trasmundo, estimada C., pero qué te voy a contar a ti.

También he vuelto a nuestro Epícteto, tan caro a Abdón y tan poco seguido por él mismo. Esclavo, siervo, Epícteto, no deja de ser curioso llamarse así y que se le atribuya El Enquiridión:

“XXI. Deja que la muerte, el exilio y todo aquello que parece terrible se presente cotidianamente ante tus ojos; pero sobre todo la muerte, y nunca pensarás en nada indigno ni desearás nada de forma desmedida”.

“LII. Condúceme, ¡oh Zeus, y tú Destino!
Por el camino que me habéis prescrito:
Aquí estoy, dispuesto a seguirlo. Y si no quisiere
Atraeré sobre mí la desgracia, y lo seguiré igualmente”.


Te dejo ya. Me estoy poniendo pesado y se me acumulan las citas. Espero tu respuesta y prometo contestarte. Siento haberte preocupado por mis asuntos, así como haber callado tanto tiempo. Si Abdón no está ya con nosotros podemos mantener viva la cordialidad que mantuvimos tanto tiempo. El nos echará de menos a nosotros más que nosotros a él. Animula, vagula, blandula.


Sigue con salud.

PEPE dijo...

Querido Alter,

Toda emoción contiene su reacción, y el exhibicionismo y el masoquismo -que no tengo el gusto de profesar- a buen seguro que lubrican -tacto que caracteriza los flujos- del mismo modo que los vicios que sí que tengo -digo yo.
En cuanto a la novela, es algo larga y excede del objeto de este blogg, pero si me da alguna dirección yo se la mando.
Un saludo