domingo, 19 de diciembre de 2010

UDRÍ.- PRÓLOGO


Empezaré por decir que UDRÍ es mucho más que una novela. Y que posiblemente escribir este prólogo no sea suficiente para poder explicar las sensaciones que me produjo su lectura gracias al juego de espejos que reflejan los sentimientos y las acciones de sus personajes y que el autor propone con descarada soltura. Hoy es difícil encontrar entre el tsunami de novedades una historia cuajada de principio a fin, con cuerpo, que enganche desde el comienzo y que nos mantenga atentos durante la travesía. Una historia breve pero intensa, escrita desde y para la piel. El autor además no miente. Habla de lugares que conoce a la perfección porque los ha vivido, bebido y transitado, lugares que convierte en auténticos personajes porque la voz omnisciente es una sombra que planea en paralelo a la memoria. Es también difícil encontrarse con la primera novela de un autor que no tenga fuego de artificios, que juegue con el tiempo y que salte entre escenarios con la habilidad de un equilibrista. UDRÍ es un edificio firme cimentado por un escritor maduro que ha utilizado andamiajes de bambú y tristeza. Un ejercicio redondo cuyo vocabulario barroco envuelve de regalo la narración. No nos permite su autor imaginar sus personajes. Ha decidido moldearlos y describirlos con minuciosidad de relojero, así no nos permite el despiste para manejar el hilo sin descanso hasta el final de la narración. Con todas estas armas Jose Ramón Parra nos habla de regresos y reencuentros, de la enfermedad de la nostalgia, de la inquietante soledad, del destino azaroso y nos habla de silencios. Pero UDRÍ es sobre todo y ante todo una historia de amor, creada para hablarnos de algo que quizá hayamos perdido y que nos concedieron con sus textos neoplatónicos poetas que llevan muertos más de diez siglos: El amor como método y camino de ascensión, el amor irresistible hecho a golpes de turbación y extenuación.

El hacedor de todo esto es un abogado de prestigio y profesor de la Universidad de Almería. Eligió el Derecho pero está a tiempo de torcerse y regalarnos más belleza. Pasen esta página sin dilación y den fe, ustedes mismos, de lo que acabo de relatarles.

Óscar Santos Payán

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