domingo, 22 de marzo de 2009

FRAGMENTO DE UDRÍ




A través de la ventana entornada penetraba un fresco olor a hierba recién cortada y se dejaba sentir el espeso tacto de la tierra humedecida por el chubasco de la noche anterior, en la que pudo escuchar los gritos del otoño al derramarse sobre el jardín y el viejo tejado a dos aguas de la almazara. La casa dormitaba silenciosa, estremecida por los ecos cercanos que resonaban afuera, en el jardín, en las calles del pueblo, y los gemidos de las cañerías. Pero él seguía inmóvil, apoyado en el herraje del balcón, viendo cómo se amagaban las copas de los árboles y tiritaban las ventanas de la fachada, observando cómo el aire devanaba lentamente los nublos que enfoscaban el cielo, para permitir que en un hueco oscuro y entreverado de la noche se hiciera visible una tímida tajada de luna creciente que rielaba en los charcos del porche.


Ahora, de madrugada, la luz del alba empuja la mañana contra los cristales del balcón, disipando los reflejos nocturnos que se amontonan huidizos por los rincones umbríos de la habitación. Y él, como antes, sigue varado en la visión del jardín que lentamente amortigua su movimiento.

(...)

3 comentarios:

Óscar Santos Payán dijo...

"Varado en la visión del jardín..." hazle un hueco a la prosa y cálzate unos versos, amigo, porque material tienes. Un abrazo

PEPE dijo...

Ya te dije una vez que los poetas me dais miedo. Sois capaces de cambiar el mundo (o hundirlo).

Un fuerte abrazo, azote del clero.

Espero que todo siga bien.

Pepe

antiplatonico emboscado dijo...

Udrí, o el pulso de la vida. perfecta síntesis del relato que se la debo al mejor lector que conozco. me la tuvo que explicar a mí, y me obligó a releerla. con esa premisa, la obra se me muestra ya clara, precisa. un latido, un batir contingente pero pleno.

Y yo ciego en un mundo de luces.

SAlud